Proceden de ámbitos profesionales diversos. La mayor parte ni siquiera se conocía, pero comparten un deseo al que se han entregado en cuerpo y alma: visibilizar la enfermedad, y dignificar a todas las personas cuidadoras a las que el Alzheimer llamó un día a su puerta para cambiar sus vidas. “Cuando se presenta, la gente siempre pregunta cómo está el enfermo. Te preguntan por el aita o por la ama pero nunca te dicen qué tal estás tú”.
Joseba Aulestia, uno de los promotores del grupo de voluntarios, explica que han decidido emprender acciones solidarias para normalizar esta enfermedad degenerativa cerebral, en la que los afectados pierden neuronas, y años de vida las personas que están a su cuidado
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