Mercedes Fernández cuida a su madre desde que hace siete años le diagnosticaron la demencia. Aunque ha cambiado sus vidas, con ayuda profesional la llevan mejor
Mercedes Novás Santiago, Maruja, y su hija Mercedes Fernández Novás llevan siete años aprendiendo a vivir con un alzhéimer que ataca a la memoria. Maruja, que tiene 81 años, es usuaria del Centro de Día Alzhéimer Pontevedra -ubicado en la calle Pedro Sarmiento de Gamboa- desde abril. Mientras su madre está en una actividad, su hija cuenta que la enfermedad está ahora «estancada». «Lleva una temporada buena después de que hace casi un año, en septiembre del 2015, le hubiera dado un ictus. También tiene hidrocefalia, que le afecta al equilibrio, y, aunque camina, necesita ayuda».
En el caso de su madre el diagnóstico de esta demencia tardó unos dos años en confirmarse. «Hace siete años el alzhéimer no era una enfermedad tan conocida y yo me vi desbordada», admite. Mercedes, que trabaja en una empresa de limpieza, todavía se emociona al recordar que no entendía el comportamiento de su madre. «Ella siempre tuvo un carácter fuerte, pero hacía o decía cosas que no tenían explicación, llegué a pensar que lo hacía a propósito para hacer daño. Y ahora sé que era la enfermedad».
En una consulta con un neurólogo la paciente que tuvo que ser atendida fue ella. El médico le dio un consejo que fue determinante. «Me dijo que tenía que aceptar la enfermedad, que si no no iba a poder». Mercedes insiste en que es una dolencia «complicada y muy dura». Ella antes tenía ayuda a domicilio para su madre, pero tras el ictus tuvo que plantearse el centro de día como una alternativa que a la postre, sentencia, fue acertada y positiva para las dos.
«Somos cuatro hermanos y yo me hice cargo. Pero no podía dejar mi trabajo y no podía con todo. Y así, buscando en Internet, fue como conocí Afapo», señala. La ayuda de la asociación fue determinante para sobrellevar la situación y no verse superada por el síndrome del cuidador. «Me costó traerla aquí, pero la verdad es que se adaptó muy bien. El personal me dice que colabora con ellos en las actividades. Es como si la enfermedad le hubiera cambiado el carácter», confiesa Mercedes, en uno de los despachos del centro de día.
A este centro público de la Xunta que gestiona Afapo su madre asiste de lunes a viernes, de 9.30 a 17.30 horas. En su caso, ella puede seguir trabajando y tiene un respiro en el cuidado de Maruja. «Estoy tranquila porque sé que está bien atendida y sé que si pasa algo enseguida me avisan. También tienen rehabilitación, que es algo muy importante», añade. Antes de ser usuaria del centro de día, su madre ya acudía a la sede de Afapo en la Rúa Curtidoira a talleres de memoria.
Maruja, que fue mariscadora y siempre tuvo animales, conoce a su familia más directa, pero tiene lapsus de memoria. «No sabe en qué día o en qué año vive, pero sí se acuerda de cosas que hizo o de personas del pasado». Su hija tira de paciencia para evitar que pase las horas en cama o sentada cuando está con ella en su casa de la parroquia de Lourizán. En el pequeño jardín de la vivienda le hicieron una mini huerta donde plantaba verduras. Pero sufrió varias caídas, se rompió un brazo, después una pierna y ahora sus tareas son otras. «Pela patatas, pimientos... pero ya no es capaz de doblar la ropa. Tampoco lee, las revistas le aburren y aunque ve la tele está en su mundo. Por eso a veces le digo que pele cacahuetes o unas nueces para que esté activa». Maruja lo acaba haciendo, no sin resistirse, y tras preguntar y preguntar a su hija «¿E para que?».
Como para muchos mayores, tengan o no alzhéimer, el dinero se convierte casi en una obsesión. «Muchas veces me pregunta ‘‘¿A ti cantos cartos te piden por estar eu aquí?’’, yo le digo que nada y la tengo engañada». Los fines de semana Mercedes procura sacarla de casa a dar un paseo o algún día a comer fuera. A veces cuesta, pero al final merece la pena. «Verla bien, que te diga ‘‘Que ben o pasei hoxe’’ es algo que me hace feliz».
Mercedes dice que una de las claves para convivir con el alzhéimer es adaptarse. «Tienes que adaptarte tú a la enfermedad de ella». Y desde luego pedir ayuda. Ella solo tiene palabras de agradecimiento para el personal de Afapo. Maruja, que tiene muy buen aspecto, llega del brazo de una trabajadora y apoyándose en una muleta. Al ver a su hija, esboza una sonrisa. «Vannos facer unha foto», le dice Mercedes. ¿E para que?, le responde Maruja. «Para o periódico». «¿Unha foto para que? Eu non sei nada», repite. Al final interviene el presidente de Afapo, José Manuel Fontenla, que la deja convencida. «Es para mí, que tengo que tener una foto de todos los usuarios».
La asociación Afapo pone a la venta las entradas para su cena y gala benéficas
La Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer y otras Demencias de Pontevedra (Afapo) presentó ayer las dos actividades anuales que permiten al colectivo recaudar fondos para evitar el déficit presupuestario y tener un remanente para afrontar imprevistos. El primer evento tendrá lugar el 26 de agosto, viernes, en el Liceo Casino de A Caeira a partir de las 21.30 horas. Es la cena benéfica a favor de Afapo. Las entradas, al precio de 25 euros, ya están a la venta en la sede de la Rúa Curtidoira número 3 bajo y en el Liceo Casino. La cena benéfica será presentada por Miguel García Ramírez y contará con las actuaciones del Trío Rever y del cantautor pontevedrés Enrique Alvite.
La comida la donan diversas empresas y la recaudación se destina a la organización de talleres cognitivos y de memoria para usuarios recién diagnosticados y sus familias, indicó su presidente, José Manuel Fontenla. Afapo atiende a casi cien usuarios diarios, 35 en el centro público, otros 35 en el centro privado, 15 en Silleda y 12 en Lalín. Su presupuesto anual es de 420.000 euros.
El siguiente evento es la gala benéfica con motivo del Día Mundial del Alzhéimer. Tendrá lugar el 16 de septiembre, a las 21 horas, en el Auditorio de Afundación y contará con la participación del monologuista Luis Piedrahita. El título del espectáculo invita ya a la risa, ¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre encima de un charco? Las entradas tienen un precio de 15 euros. Un día después, el 17 de septiembre, miembros de Afapo participarán en Santiago en una caminata de casi 5 kilómetros entre el Monte do Gozo y el parque de Bonaval. Los que quieran sumarse pueden anotarse gratis. Hay un bus para 50 plazas. Y el 21 de septiembre Afapo instalará mesas informativas.
Fuente: lavozdegalicia.es