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Un espacio de atención para los abuelos de Villava

La Jubiloteka de Villava, una de las pioneras navarras, acoge cada día a 16 mayores con dependencia moderada; un servicio que cubre un vacío asistencial

VILLAVA/ATARRABIA - Todas las mañanas, de lunes a viernes, desde las 10.00 hasta tres horas después, un grupo de 16 abuelos de Villava se acerca a la plaza Consistorial y sube al primer piso del club de Jubilados para disfrutar de un servicio que nació en 2008, la Jubiloteka, una de las primeras de Navarra. Los usuarios de este curso, que empezó en marzo y acabará en diciembre, tienen entre 67 y 94 años y coinciden al señalar lo contentos que se sienten por acudir al encuentro con sus compañeros, Marimar y Joana, las dos profesionales que se encargan del cuidado y terapia de estos mayores.

Desde su creación hace siete años, han sido varios los municipios navarros que han llevado la Jubiloteka a sus ciudadanos. Pero tal y como cuenta Irune Gastón Ripa, la técnica de Igualdad de Villava, lo que distingue a este servicio villavés es que quienes acuden a él son “personas con dependencia leve o moderada”. Lejos de una ludoteca que busca entretener a sus usuarios, la Jubiloteka tiene otros dos objetivos. Por un lado, “facilitar la conciliación de las familias”, explica Gastón. Y es que sobre “los cuidadores, que suelen ser mujeres de la familia, recaen muchas cargas familiares, por lo que pueden llegar a no desarrollarse como personas”.

Por otro lado, la Jubiloteka funciona también como una medida encaminada a “prevenir el empeoramiento de la salud y evitar así un ingreso residencial”. Prácticamente todos los jubilados que hacen uso de este servicio se encuentran en las primeras fases de enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer o demencia senil. Se cubre así un hueco que existía para atender a estas personas, que no están al 100% de sus capacidades, pero tampoco en una situación de dependencia. “Hay servicios para niños, pero para los mayores solo queda la opción residencial o centros de día que no encajan con sus necesidades”, detalla Irune Gastón.

Este servicio incluye diferentes actividades y cada jornada comienza con lo que llaman tiempo de orientación, donde durante 60 minutos se sitúan en el tiempo y espacio en el que se encuentran y echan un ojo a la prensa local. Siguen con media hora a ejercicio físico, 20 minutos a almorzar y otros 10 de acuario, donde cada uno cuida a un pez. Es la actividad favorita de María Jesús Anchaño, de 86 años. “Me gusta ver cómo come. Esto me sirve para que no se me olvide contar; cuento una a una las bolitas de comida que le voy dando. Si me pierdo, empiezo de nuevo. ¡Que no le falte de comer!”, confiesa esta mujer.

PARA TODOS El resto de tiempo se divide en tres actividades diferentes que tienen lugar según el día de la semana: lunes y miércoles, estimulación cognitiva (puzles, principalmente); martes y jueves, manualidades. Un taller cuyas obras exponen en diciembre, cuando todos los vecinos de Villava pueden conocer parte del trabajo que realizan los abuelos en este servicio, financiado por el Ayuntamiento villavés y gestionado por la empresa Adina. Entonces, los más pequeños de este pueblo de la Comarca tienen un pase VIP: acompañan a los 16 jubilados a la exposición de sus obras, donde estos explican todos los detalles. “Se produce un intercambio intergeneracional muy bonito”, relata la técnica. Y el viernes es el día más esperado por todos. “¡Es el día del bingo!”, grita emocionada Sagrario Valverde, de 67 años. Según comenta entre risas Marimar Soria, la psicopedagoga al cargo de los jubilados, “se vuelven locas”. “Ya gano algo”, suelta con picardía Lola Torres Gómez, que tiene 87 años. Si tienen la suerte de su lado, se llevan un caramelo por cada línea, alguno más si alguien canta bingo. “Estamos muy contentas. Este año se ha hecho un grupo muy bueno, estamos muy unidos, nos ayudamos si nos pasa algo y nos respetamos todos”, comenta Maritxu Zabalza.

Pero entre todos los jubiladas hay una que destaca tímidamente entre los demás. Es callada y reservada, aunque no pierde la sonrisa; es la más bajita del grupo, pero también tiene el honor de ser la de más edad: solo 94 años. Pero no le hace falta bastón ni ningún otro instrumento que le ayude a mantenerse en pie. Se llama Martina Corres y llegó hace unos 14 años a Villava desde Torralba del Río. Ella se queda con la gimnasia de cada mañana. “Todos nos llevamos muy bien”, comenta sobre sus compañeros. Y aprovecha para confesar el que considera truco de su tan sana longevidad (no tiene problemas de salud): “Nada de dietas”.

Muchos de ellos llevan toda su vida en Villava, por lo que ya se conocían de antes. Otros, como Marina o María Jesús, llegaron años más tarde, pero a todos les une el mismo sentimiento de felicidad por poder ser usuarios de este servicio, que tiene una lista de espera de siete personas. “Villava tiene una de las poblaciones más envejecidas de la Comarca”, detalla Gastón.

“Ojalá durara más”, expresa Sagrario, que lleva un par de años acudiendo a la Jubiloteka. Este año, la experiencia se ha alargado un mes, pasando de siete a ocho, con un parón veraniego en julio y agosto. Este aspecto, la duración, es lo que baja la media del servicio, calificado por los usuarios y sus familias con una media de 8,5. “Todos se quejan de que dura muy poco”, explica la técnica.

Y es que la Jubiloteka no es solo un servicio de respiro y de salud, sino de terapia para los abuelos que así no se sienten solos, sino acompañados por personas que están experimentando situaciones y vivencias similares.

Fuente: noticiasdenavarra.com

Con la colaboración de