Un tercio de las personas mayores que consume benzodiacepinas (tranquilizantes indicados para problemas de ansiedad, depresión e insomnio) sufre interacciones con otros fármacos. Los diuréticos, antihipertensivos y beta-bloqueantes (utilizados para tratar patologías cardiacas) son los que causan este tipo de reacciones con mayor frecuencia cuando se administran con estos tranquilizantes.
Así se desprende de un estudio realizado en el Hospital Virgen de la Macarena de Sevilla que ha estimado la prevalencia del consumo de benzodiazepinas en la población de más de 65 años y ha analizado cuáles son las interacciones farmacológicas más comunes. Esta investigación, realizada en 121 pacientes mayores, ha sido presentada en el 59º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), que se celebra estos días en Valladolid y que reúne a más de un millar de farmacéuticos de hospital de toda España.
Las benzodiacepinas son uno de los grupos farmacológicos más empleados en la actualidad para el tratamiento de síntomas como la ansiedad y el insomnio, teniendo especial relevancia en los mayores, debido a su potencial de producir efectos adversos.
Tal y como ha explicado a Dicyt Miguel Vázquez, farmacéutico del Hospital Virgen de la Macarena de Sevilla y autor principal del estudio, "estos medicamentos producen efectos secundarios derivados de su acción farmacológica. En el caso de las personas mayores, por su especial idiosincrasia (cambios en el metabolismo, en la funcionalidad de los órganos, pérdida de agilidad, etc.), dichos efectos se acentúan. Aparecen casos de fracturas de caderas por caídas, somnolencia diurna, hipotensión severa e, incluso, se ha relacionado su uso directamente con el riesgo de deterioro cognitivo y enfermedad de alzheimer".
En concreto, apunta este experto, "los diuréticos y, en general el grupo de fármacos antihipertensivos, al ser combinados con benzodiazepinas, pueden causar un aumento del efecto hipotensor, llegando a situaciones de inseguridad para el paciente, como mareos y vértigos. Además, junto a otros psicofármacos u opioides, el riesgo se centra en la capacidad de producir depresión respiratoria severa".
Un reto para la Medicina
En esta misma línea, otro estudio que se presenta también durante el congreso determina que en el 40 por ciento de los mayores el tratamiento con benzodiacepinas se prolonga más de un año. Según este trabajo, que analiza el uso de estos fármacos en la población mayor, el 80 por ciento de los mayores de 65 años llevaba más de tres meses en tratamiento. "Es una cifra alarmante, si tenemos en cuenta que tres meses de tratamiento se considera el periodo adecuado para tratar un trastorno de ansiedad. En el tratamiento con benzodiazepinas es esencial consensuar con el paciente el tiempo de uso, al igual que se hace con otros fármacos como los corticoides", comenta Vázquez.
Asimismo, los ansiolíticos e hipnóticos son fármacos que pueden generar dependencia. "La dependencia a las benzodiazepinas termina convirtiéndose en un círculo vicioso. El paciente que la toma de forma crónica irá desarrollando tolerancia a sus efectos, lo que precisará un aumento de dosis, cambio de fármaco o incluso a veces, la combinación de varias benzodiazepinas", afirma este experto.
Interacciones en mayores polimedicados
Un tercer trabajo que se dará a conocer en este encuentro, realizado en más de 900 pacientes, determina que más del 15 por ciento de los pacientes mayores polimedicados sufre alguna interacción farmacológica. Según explica la doctora Mireya Mañes, farmacéutica del Hospital Universitario de Móstoles (Madrid) y una de las autoras del estudio, "a partir de determinadas edades es frecuente sufrir varias patologías, y muchas veces de carácter crónico, lo que motiva que los pacientes consuman al día varios fármacos distintos. Los más habituales son los antihipertensivos, antidiabéticos, medicamentos para el párkinson, las benzodiazepinas, los anticoagulantes y los antidepresivos".
Según explica esta experta, "es complicado evitar dichas interacciones. Los pacientes de edad avanzada son especialmente susceptibles a sufrir una interacción medicamentosa por presentar muchos factores de riesgo, los que son a causa de su propia fisiología (deterioro de los órganos); o los problemas de malnutrición que pueden dar lugar a una alteración del cumplimiento del tratamiento. Para poder evitarlas sería necesario hacer una evaluación rigurosa de todos los medicamentos que toma el paciente, seleccionando los que sean imprescindibles".
El farmacéutico de hospital juega un papel fundamental en definir qué fármacos son innecesarios. "En el ingreso hospitalario, el farmacéutico tiene la oportunidad de revisar la medicación completa del paciente y verificar con la historia clínica detallada qué medicamentos son adecuados clínicamente para esta población, y de cuales se puede prescindir. Con toda esa información, se deben dar unas recomendaciones al médico prescriptor para que se realicen las modificaciones necesarias con el fin de garantizar la seguridad del paciente", concluye.
Fuente: .saludadiario.es