Un medicamento común que impide que la sangre esté menos viscosa, unos ratones transgénicos con todas las «papeletas» para desarrollar alzhéimer y un tablero con una única guarida donde cobijarse cuando se sienten amenazados. Con estos elementos, el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) diseñó un curioso experimento para probar si con un anticoagulante oral se podría prevenir la pérdida de memoria manteniendo la circulación cerebral más fluida y las arterias «limpias».
La respuesta ha sido afirmativa. El medicamento ha logrado retrasar la aparición de la enfermedad y disminuir otras síntomas conocidos. Un año después del tratamiento no han experimentado pérdida de memoria, ha disminuido la inflamación cerebral, el daño vascular y se han reducido los depósitos de la proteína beta amiloide, señal típica del alzhéimer.
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