A Vicente Pérez se le ilumina el rostro al verlo. Estira los brazos para alcanzar el muñeco que le ofrecen. "¡Qué bonito eres!", le dice sonriendo. Este hombre alto y corpulento, que un día fue albañil, tiene hoy 90 años y padece alzhéimer. Cuentan en la residencia en la que vive desde hace casi dos años que ya interacciona poco con el entorno y que sus hijos se emocionan al escucharlo cantar nanas a quien cree que es un bebé. Él, que cuando era joven no fue muy niñero, ahora da besos a lo que puede parecer un juguete, pero en este caso es parte de una terapia. Lo ayuda a reducir la agitación, a mantener la atención, a pasar de ser cuidado a convertirse por un rato en cuidador.
Vicente recibió el diagnóstico hace 12 años. Desde entonces se le han ido borrando recuerdos, caras, nombres. En 2017 llegó a Los Llanos Vital, una residencia privada en Alpedrete (Madrid). Este enero pusieron en práctica una terapia no farmacológica consistente en tratar a los pacientes con muñecos. Los reciben por espacios cortos de tiempo, supervisados por la terapeuta ocupacional. Todo el centro está entrenado, desde auxiliares al personal de cocina.
Para más información: El País