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Una ayuda que no llega

Desesperados. Las solicitudes para recibir ayudas por la Ley de Dependencia que se amontonan en los cajones conllevan en muchas ocasiones auténticos dramas humanos. Rosario no puede valerse por sí misma, su marido recibe al mes 400 euros por desempleo y

Treinta y ocho personas han fallecido durante los últimos meses en Rojales esperando a que la administración valenciana decidiera si concederles o no la ayuda económica que brinda la Ley de Dependencia. Sólo en este municipio del sur alicantino, de cerca de 21.000 habitantes, 138 vecinos viven pendientes de esa resolución. Rosario es una de ellas. Desde que sufrió el último derrame cerebral apenas puede valerse por sí misma. Su marido está paro. Viven con 400 euros al mes y sólo en medicinas desaparece más de la cuarta parte.

«Aunque encontrara un trabajo es casi imposible que cobrara bastante para poder pagar a alguien que se quede en casa cuidando de mi mujer...», cuenta desesperanzado mientras su mirada se pierde en algún punto.

Lucio y Rosario son sólo un ejemplo más del drama que viven miles de familias valencianas mientras aguardan una ayuda que no llega. El tiempo medio de espera desde que solicitan la prestación económica hasta que empiezan a recibir el dinero sobrepasa los dos años. Ellos la pidieron hace cinco meses y saben que, en caso de que se la concedan, todavía tardarán más de año y medio en empezar a recibirla.

Una familia normal La afectada solía trabajar aparando calzado con su máquina de coser en casa. Carecía de contrato y no tenía ningún derecho laboral, pero entre ella y su marido llegaban a fin de mes. «Antes eramos una familia normal», recuerda apenada.

El primer varapalo llegó en 1996 cuando le diagnosticaron cáncer de estómago. Poco después, sufrió un ictus. Más tarde, un cáncer de mama y otro derrame cerebral.

Aunque parte de su cara todavía presenta signos de parálisis y su motricidad está afectada, su mente parece estar lúcida. Le cuesta articular palabras para mantener una conversación fluida, pero entiende todo lo que le dicen. El problema llega cuando, de tanto en tanto, y por algún motivo que los médicos todavía desconocen, pierde la consciencia. Le sucede con cierta frecuencia y si nadie está con ella, se desploma y se cae. «Cuando me despierto por la noche la despierto también a ella. Tengo que controlar que sigue viva y que no ha sufrido un nuevo derrame», dice su marido.

En espera
La trabajadora social del Servicio Municipal de Atención a la Dependencia de Rojales, Esther Box, explica que de las 197 personas
que han solicitado la prestación económica de ayuda a la Dependencia, sólo la reciben 59, por lo que están a la espera 138, una cifra que representa el 70% del total de solicitantes.

A su juicio, la Ley en la Comunidad Valenciana no acaba de funcionar por un sencillo motivo: está diseñada para ayudar a que los dependientes sean menos dependientes ofreciéndoles servicios de ayuda a domicilio, plazas en residencias o en centros especializados y, como último recurso, aportando una prestación económica para que alguien los cuide. A su parecer, esta  autonomía carece de los servicios públicos necesarios para que la Ley funcione, y el dinero que muchos de los dependientes  reciben acaba en manos de centros sanitarios privados para costear sus tratamientos.

Aunque saben que la ayuda tarda en llegar, Lucio y Rosario no pierden la esperanza de poder mejorar su calidad de vida pronto.

Fuente: spypress.com

Con la colaboración de