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Una batalla de todos con el reto de implicar a la sociedad guipuzcoana

Miren Dorronsoro, Maite Peña y Aitziber San Román, en nombre de las instituciones, el neurólogo Gurutz Linazasoro y el presidente de Afagi, Koldo Aulestia, inciden en la prevención del alzhéimer y su atención integral

Se estima que más de 12.000 personas en Gipuzkoa sufren alzhéimer. Los expertos aseguran que por cada persona enferma hay otras tres directamente repercutidas. Por lo tanto, unos 36.000 guipuzcoanos conviven en su día a día con la enfermedad. Además, se calcula que su prevalencia se duplicará en los próximos quince años como consecuencia del paulatino envejecimiento de la población. Unas cifras que reflejan la realidad de una demencia que cada vez afecta a más personas en el mundo y para la que aún no se ha encontrado cura.

La batalla contra el alzhéimer lleva años lidiándose. Que haya aflorado como lo está haciendo obedece a la conjunción del envejecimiento con los factores genéticos o ambientales sujetos a estudio. Diferentes investigaciones han demostrado que existe un relevante volumen de casos que podrían prevenirse. Y la prevención es, precisamente, el eje en el que se basa el proyecto impulsado por EL DIARIO VASCO junto a Policlínica Gipuzkoa y con la colaboración del Gobierno de Euskadi, la Diputación guipuzcoana y el Ayuntamiento donostiarra, que tiene como lema 'Podemos hacer mucho contra el alzhéimer'.

Para su arranque, cinco invitados con peso específico en la Administración, la medicina y la atención social reivindican la reacción colectiva ante un mal con el que se convive a diario y al que debe hacerse frente. «El hecho de que estemos aquí todos nosotros es ya un paso importante», afirman. El objetivo es sensibilizar a la sociedad de la importancia de la prevención para reducir la incidencia del alzhéimer. Un aspecto en el que todos coinciden que queda aún mucho camino por recorrer. «La sociedad sigue huyendo de la demencia, todavía está estigmatizada», asegura Koldo Aulestia, presidente de Afagi, la Asociación de Familiares, Amigos y Personas con Alzhéimer. «Coincido con Koldo», apunta Maite Peña, diputada de Políticas Sociales de la Diputación. «Creo que la sociedad no está mentalizada en que es un tema que hay que afrontar, por eso es tan importante la sensibilización». Se refiere a concienciar no solo sobre la existencia de la enfermedad, sino sobre cómo encarar la asistencia a los pacientes y sobre la importancia de la prevención a través de cambios en el estilo de vida.

Así lo defiende Gurutz Linazasoro, coordinador del proyecto y director del Programa de Terapias Avanzadas en Alzheimer y Parkinson del grupo Quirón Salud-Policlínica Gipuzkoa, quien asegura que un tercio de los casos de la demencia obedecen a factores de riesgo modificables. «Llevar una vida saludable y reducir los malos hábitos pueden mitigar o retrasar su aparición», apunta. Aunque constata que el riesgo de padecer la enfermedad «nunca va a ser cero», asegura que se puede hacer mucho desde la anticipación. «Un cerebro sano aleja el alzhéimer».

¿Cómo se consigue un cerebro sano? Con hábitos de vida saludables, como llevar una dieta mediterránea, hacer ejercicio habitualmente, fomentar la actividad intelectual y social, reducir el estrés o evitar consumos tóxicos como el tabaco o el alcohol. «Los cambios en el cerebro de una persona que puede padecer alzhéimer aparecen unos 25 años antes de que la enfermedad se desarrolle», describe Linazasoro. Por lo tanto, la adopción de esos hábitos está especialmente dirigida a la población de entre 40 y 60 años. Un segmento en el que cambiar unos hábitos adquiridos con el paso del tiempo resulta especialmente complicado.

Educar desde la infancia

«Lo difícil es convencernos de que si mi riesgo de padecer cualquier tipo de demencia es de 6, y baja a 5,6, eso puede significar que los síntomas de la enfermedad pueden aparecer a los 86 años en vez de a los 80», apunta Miren Dorronsoro, directora de Salud Pública del Gobierno Vasco. «Todos queremos morirnos sanos, y por eso hay que convencer a la gente de que la prevención, aunque no evite la aparición del alzhéimer, puede retrasarla o hacer que nuestra calidad de vida sea mejor durante más tiempo». Así lo corrobora Aitziber San Román, concejala de Acción Social del Ayuntamiento de San Sebastián. «Es una enfermedad que nos puede tocar a cualquiera, pero si nos vamos cuidando antes, puede que no te toque, o que te toque de otra forma, o que te toque más tarde», señala.

El reto, por tanto, resulta ambicioso tanto por los resultados que se pueden obtener como por la dificultad de llegar al público al que está dirigido. «Tenemos que demostrar a esa franja de la población que llevar un estilo de vida saludable realmente funciona. Esa es la única manera de que nos hagan caso», señala Aulestia, quien también aboga por que la prevención empiece desde edades muy tempranas. «Es difícil cambiar los hábitos de la gente adulta, por eso creo que hay que empezar en los colegios, con los niños, que aún no han desarrollado conductas poco saludables».

«¿Por qué no incluir una asignatura sobre salud pública en los colegios?», le interrumpe Linazasoro. La pregunta va dirigida a las representantes políticas. «En las ikastolas de Gipuzkoa ya se está sensibilizando a los chavales sobre la importancia de determinados hábitos de vida saludables, pero de manera aislada, sin una hoja de ruta ni una metodología concreta», reconoce la diputada de Políticas Sociales.

La inclusión de una materia de este tipo debería partir, además, de la formación del profesorado en este área. Algo en lo que ya se trabaja, sostiene la directora de Salud Pública. «Estamos intentando que en las carreras de Magisterio se pueda enseñar a los futuros docentes la importancia que tiene el cultivar unos hábitos de vida saludables. Sabemos que Deusto está pensando cómo incorporarlo y la UPV ya cuenta con alguna iniciativa dirigida a los alumnos». «Tenemos que asumir que tenemos que cuidarnos desde que nacemos, por lo que impulsar programas en los que, por ejemplo, se fomente el deporte entre los niños es importantísimo para nosotros», apunta San Román. «Desde luego es mucho más efectivo empezar a hacer deporte desde jóvenes que ya cuando tenemos 60», apostilla Dorronsoro.

Son pequeños pasos que pueden tener un beneficioso impacto. El envejecimiento de la población es un hecho, y aunque los casos nuevos de alzhéimer que se detectan al año se hayan reducido, el número de personas afectadas por la enfermedad se duplicará en un plazo de 15 años y se triplicará dentro de 30. Es por ello que los profesionales la catalogan de pandemia. E insisten en que si se reducen en un 10% los factores de riesgo o se aumenta un 25% la actividad física, se podría reducir en un millón las personas que padecen alzhéimer en el mundo.

El problema radica en que, por lo general, el ser humano no se preocupa por aquello que todavía no ha ocurrido. «Hasta que no le vemos las orejas al lobo no actuamos», señala Linazasoro. «Es difícil convencer a la gente de que empiece a trabajar ahora para mejorar su salud en el futuro, pero hay que conseguir que la sociedad se responsabilice a través de una 'lluvia fina' de mensajes permanentes», indica el neurólogo.

Los cinco coinciden en que el del alzhéimer no es un problema que atañe únicamente al trabajo de las instituciones o de la Sanidad, por lo que apelan a la responsabilidad individual y la conciencia cívica. «A la salud ya no se responde solo desde los servicios de salud, sino desde todas las estructuras de la sociedad. Por lo que tenemos que preguntarnos qué puedo hacer yo para evitar sufrir una demencia», subraya la directora vasca de Salud Pública, Miren Dorronsoro, quien también reconoce que estos servicios «tienen una respuesta limitada en la lucha contra este tipo de demencias. Lo primero, porque el diagnóstico es muy tardío».

El factor Gipuzkoa

Tal y como reconoce Gurutz Linazasoro, «la mayor frustración de un médico es no poder curar». De esa frustración nace en buena medida el porqué de este proyecto y su incidencia en la prevención de la enfermedad. «Una vez que tenemos conciencia de cuáles son los enemigos del alzhéimer, y que sabemos que algunos de ellos pueden ser modificables, vamos a atacar por ahí», señala el neurólogo, quien además destaca la privilegiada red profesional que existe en torno a esta enfermedad en nuestro territorio. «Gipuzkoa es el escenario perfecto para realizar un proyecto como este. Contamos con todos los actores que pueden mitigar el impacto que el alzhéimer genera en la sociedad», asevera Linazasoro.

Esos actores van desde la labor cotidiana de asociaciones de familiares y enfermos como Afagi hasta las diferentes iniciativas que se están desarrollando en el campo de la investigación en Gipuzkoa. Es por ello que Dorronsoro coincide en que el territorio «ofrece unas condiciones excelentes para desarrollar este proyecto». Koldo Aulestia, que fue presidente de la Confederación Española de Alzheimer (CEAFA), continúa viajando por diferentes ciudades españolas para conocer el trabajo que realizan en la lucha contra la enfermedad. Confirma las palabras del doctor. «Estamos haciendo un esfuerzo para transformar la sociedad y conseguirlo en Gipuzkoa es posible. Tenemos una gran suerte, porque en otros lugares les he planteado llevar a cabo proyectos como este y es inviable».

El aspecto de la prevención primaria es una asignatura pendiente. De ahí la relevancia de que sea un medio de comunicación con una contrastada penetración social el que contribuya a socializar la respuesta ante un problema de alcance colectivo. «Gipuzkoa es un territorio muy solidario. Tenemos que ir todos a una transmitiendo el mensaje de la importancia en la prevención y los cuidados», señala San Román. Para la diputada Peña, «Gipuzkoa es un laboratorio que puede dar muy buenos frutos, porque todos los estamentos estamos alineados por un objetivo común, que es la lucha contra esta enfermedad».

Los costes de la pandemia

Los cinco invitados apelan a la responsabilidad social, pero también a su propio compromiso para que esta iniciativa cale. El impacto de la prevención y de otras medidas para encarar la realidad del alzhéimer no solo es sociológico, también repercute sobre los recursos públicos y privados que está acarreando la pandemia. En el año 2010 los costes que el tratamiento de la demencia generó en todo el mundo fueron de 604 billones de dólares, lo que supone más que la suma del cáncer y de las enfermedades cardiovasculares.

«Desde Salud Pública nos compete la prevención primaria, por lo que nuestra implicación debe ser total. Tenemos que conseguir que desde todos los estamentos se tengan en cuenta el alzhéimer y aquellos factores de protección que pueden favorecer un retraso en la aparición de la enfermedad», señala Dorronsoro. La fórmula, asegura, es «ser pesados. Insistir en la práctica de la actividad física, en la eliminación del tabaco, en la alimentación saludable, en la eliminación del estrés y, en definitiva, en todos aquellos factores que puedan incidir en una menor prevalencia de la enfermedad».

Para Gurutz Linazasoro dar 'la tabarra', como él dice, también constituye la mejor medicina que puede aplicar desde su campo, sin desmerecer a los diferentes ensayos clínicos que lleva a cabo en sus pacientes en la búsqueda de la mitigación de los efectos del alzhéimer. «Al año siguiente de aprobar la ley antitabaco, la prevalencia del infarto de miocardio cayó un 36%. ¡Un 36%! Si tenemos que seguir insistiendo en que hay que dejar de fumar para mejorar nuestra salud ante el alzhéimer, lo seguiremos haciendo», zanja.

Tanto Maite Peña como Aitziber San Román reafirman la implicación de las instituciones guipuzcoanas en este proyecto. La diputada considera vital conocer la realidad de la sociedad en Gipuzkoa para ofrecer una atención de más calidad hacia los enfermos y sus familiares cuidadores. El reto, dice, «está en seguir promoviendo campañas de sensibilización de la mano de asociaciones como Afagi», pero también «en adecuar los servicios que ofrecemos a las necesidades de los afectados». Un trabajo que hay que realizar, asegura, asumiendo que la demencia afecta a una parte sustancial de la población guipuzcoana. «En este último año el 42% de las peticiones para ingresar en una residencia han llegado de personas que tienen algún tipo de deterioro cognitivo», afirma Peña.

La concejala de Acción Social del Ayuntamiento donostiarra coincide en que «es muy importante estar al tanto de lo que se está haciendo desde el resto de instituciones, en las asociaciones y también en el sector médico para poder responder a sus demandas». Respecto al trabajo de Donostia con las personas que padecen alzhéimer, San Román pone especial valor al proyecto 'Donostia Ciudad Amigable/Donostia Lagunkoia'. «A través de este programa lo que conseguimos es que todas las personas mayores de la ciudad, estén como estén y tengan las limitaciones que tengan, puedan hacer todo aquello que deseen. Desde ver una obra de teatro a participar en actividades de todo tipo. El objetivo es adaptarnos a las necesidades de esas personas, que son una parte muy importante de nuestra población y que merecen ser tomadas en cuenta».

Las redes ciudadanas

AFAGI es una de las asociaciones que participa activamente de esta iniciativa municipal. Aulestia lo tiene claro: no son un grupo que trata de «dar lástima». Reconoce que aunque las instituciones tienen un deber importante en la lucha contra el alzhéimer, las asociaciones son corresponsables. «Debemos ser agentes activos, no solo personas afectadas», apunta. La raíz de Afagi alumbró hace unos meses la Fundación Aubixa, que trata de crear una red de voluntariado experto, interactuando también con tros colectivos para compartir experiencias en la atención al alzhéimer. La fundación cuenta ya con 60 ciudadanos altruistas operando sobre la realidad del alzhéimer. «Se trata de gente retirada o jubilada, desde médicos a cuidadores», cuenta Aulestia, quien aprovecha para lanzar un mensaje. «Hay que discutir menos y acordar más, y la lucha contra el alzhéimer no puede estar a la merced de los cambios de legislatura».

La reflexión tras más de una hora de charla es clara. La batalla nos concierne a todos, pero todavía queda un camino importante para conseguir sensibilizar a la sociedad sobre que el alzhéimer no es una enfermedad que concierne a los mayores y su entorno. Su impacto social rebasa ese ámbito. Y el mal se incuba 15 años antes de que afloren los primeros síntomas. Haga una pequeña reflexión. ¿Tiene entre 40 y 60 años? ¿Considera que está haciendo lo suficiente para cuidar su salud? ¿Es consciente de que llevar una existencia sana hoy le puede llevar a tener una mejor calidad de vida en la vejez? «Sabemos que es muy difícil convencer a una persona de que tiene que cuidarse ahora para poder estar sano con 80 años», señala Linazasoro. Eso es lo que este proyecto tratará de transmitir a través de estas páginas a lo largo de todo un año.

Fuente: diariovasco.com

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