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Una entidad que no olvida

La Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras demencias de la Ribera pide más espacio para que nadie esté en la lista de espera

Es sin duda una de las enfermedades más devastadoras. Comienza poco a poco, pero una vez visible es imparable. Es el Alzheimer, una enfermedad que arrebata al que lo padece lo más sagrado: su dignidad. Si para ellos es difícil, sobre todo en los primeros meses, para las familias es ‘un sin vivir’.

Por suerte, Aranda cuenta desde hace veinte años con la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras demencias de la Ribera (AFAR), una asociación sin ánimo de lucro que trabaja cada día por mejorar la calidad de vida de los usuarios y por dar apoyo a quienes les cuidan. «Cuando me enteré que mi madre tenía Alzheimer que quedé totalmente desorientada, tenía un miedo exagerado», recuerda la actual presidenta de la entidad, Ana Isabel Andrés Hoyos.

Saber que hay otras familias en la misma situación, ayuda. «En las terapias de grupo hablas con gente que te entiende, con la que te sientes identificada y con la que, en definitiva, aprendes a asumir la enfermedad y a controlarla». Aunque no sea nada fácil. «El día a día es muy duro, son 24 horas, 365 días...». Y por ello, la asociación se ve obligada a crecer.

«Tanto la Unidad de Memoria como el Centro Terapéutico de Día se nos han quedado ya muy pequeños», subraya con la esperanza de que algún día puedan contar con un terreno para hacer «algo en condiciones», y que no haya lista de espera.

Destaca que «lo ideal sería unificar todas las necesidades en un mismo edificio en el que poder habilitar plazas nocturnas, de fin de semana o de vacaciones para dar también un respiro a los familiares». Y todo ello «sin que los enfermos noten el cambio, porque estarían atendidos por las personas con las que tratan habitualmente en el centro», añade la directora.

Pero mientras ese proyecto se hace realidad con el apoyo imprescindible de la administración, Afar sigue adelante. A la Unidad de la Memoria, llegan personas que empiezan a tener problemas mientras que los que están peor son derivados al Centro de Día.

«En el centro terapéutico de Día de las Francesas tenemos capacidad para veinte plazas pero como hay gente que viene por la mañana, otros por la tarde, al final atendemos a 26».

Pero además, recuerda, está el servicio de ayuda a domicilio, donde un profesional estimula y apoya en las actividades básicas de la vida diaria a la persona afectada.

O el servicio de transporte adaptado, que utilizan el 75% de los usuarios del Centro de Día y el 35% de los usuarios de la Unidad de la Memoria. «Pero también el servicio de préstamo de ayudas técnicas, en el que en 2015 se cedieron cinco sillas de ruedas, una silla de baño y dos camas», detalla. De hecho, durante el pasado año, la asociación arandina atendió a 109 personas y a más de 150 familias.

Sus orígenes se remontan al año 1996 cuando un grupo de familiares, profesionales y voluntarios decidieron unirse para luchar contra una causa que es de todos.

Esta asociación surgió «como fruto de la movilización social de un grupo de personas voluntarias ante la falta de respuesta por parte de las instituciones públicas a las personas que sufren la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia», relatan, desde esta asociación que cuenta con 454 socios, 25 trabajadores y cerca de 30 colaboradores y voluntarios.

Fuente: elcorreodeburgos.com

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