Detrás de cada una de las veinte velas que hoy sopla la Asociación de familiares de personas con Alzheimer y otras demencias de Álava (Afades) se esconde un sinfín de anécdotas compartidas por los 753 socios que componen esta gran familia. Todos ellos hoy tienen un motivo para celebrar la adversidad, para mirarse los unos a los otros y agradecer la presencia de sus compañeros. Porque todos ellos se esfuerzan a diario para hacer más llevadera la convivencia con ese demonio llamado Alzheimer que acosa a sus familiares, o a ellos mismos, y luchan para que no se pierdan los recuerdos más preciados, como el de este día.
Hace veinte años que Afades tendió la primera mano a los afectados por esta enfermedad, y entre aquellas personas que acudieron a ella en busca de apoyo se encontraba Maribel Perea, hoy presidenta de la asociación. Como la socia número 25 encontró en sus voluntarios y miembros una forma de afrontar la enfermedad de su madre. «Aquí participé en un grupo de apoyo que me ayudó muchísimo, porque yo iba pensando que era la que peor lo estaba pasando del mundo, que no podía haber nada peor, y resulta que del grupo de apoyo era la que mejor estaba. Y tras escucharles, casi me dio vergüenza hablar de lo mío», evoca Perea a EL CORREO.
Aquélla era la época del desconocimiento, de la falta de información, pero en aquellas reuniones ella empezó a sumergirse en un mundo en el que la enfermedad no se afrontaba en soledad, sino con ayuda de los técnicos, de los voluntarios y de cada una de las personas que allí acudían. Y por eso, hace ocho años, decidió tender su mano. «Ahora he dado un paso más para ayudar a las personas que se acercan, aunque quienes verdaderamente apoyan son los profesionales y los voluntarios. Estamos rodeados de un buen equipo profesional que les da todo tipo de recursos que hay a nuestros socios», explica.
Hoy, teatro a las siete
Y en estas dos décadas Afades también ha cambiado. Entre sus recursos actuales figuran 16 proyectos, que van desde los grupos de apoyo para maridos o hijos hasta el programa de respiro urgente. La labor psicológica a los familiares se combina con la información legal o de ayudas, sin olvidar las convivencias vacacionales, los talleres de psicoestimulación o actos especiales, como la función de 'La casa de Bernarda Alba' que realizan hoy en el teatro de Hegoalde a las siete de la tarde -se puede comprar la entrada en taquilla por 5 euros una hora antes-.
A Pilar Echazarreta le costó dar el paso de acercarse a la asociación cuando a su madre le diagnosticaron Alzheimer. «Yo pensaba que eso de ir a una asociación no iba conmigo, en un primer momento lo rechazaba, pero di el paso y desde luego no tengo más palabras que de agradecimiento», asegura. En aquel momento se enfrentaba a la dura decisión de ingresar a su madre en una residencia. «Culpabiliza muchísimo, y compartir esta reflexión en el grupo te ayuda», plantea.
Ella sabe que esta situación no se puede afrontar sola y, por eso, personas como María Asunción Gauna, la voluntaria más veterana -lleva desde el primer año colaborando con enfermos en talleres- se encargan de la otra parte del trabajo: ofrecer la mejor vida posible a los afectados. «En la residencia San Prudencio es donde más he estado, en los talleres, y jugando.
Fíjate cómo es la cosa, que parece que tú vas a hacer algo y resulta que eres tú la que recibes el agradecimiento de las personas, ese cariño…», recuerda. «Es gracias a personas como ella, a los voluntarios, que hayamos llegado tan lejos», asegura la presidenta.
Fuente: elcorreo.com