Un ensayo clínico en Canadá (Estados Unidos) plantea que una nueva técnica de estimulación cerebral profunda a través del uso de electrodos que dirige pequeñas descargas eléctricas a zonas concretas del cerebro podría frenar el avance del alzhéimer cuando se aplica en estadios iniciales -entre un año y dos tras el diagnóstico- de la enfermedad.
El neurocirujano Jordi Rumià, del Hospital Clínic de Barcelona, explica que la estimulación cerebral profunda consiste en un procedimiento quirúrgico que implanta electrodos para tratar una variedad de síntomas neurológicos invalidantes, que se usa con «mucha efectividad» desde hace 20 años.
Por su parte, el neurólogo Francesc Valldeoriola, comenta que los nuevos electrodos direccionales desarrollados en Boston (Estados Unidos) permiten ampliar el tipo de patologías a tratar -como psiquiátricas- y aumentar la corriente porque reducen los efectos adversos de los tradicionales.
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