Al neurocientífico y neuropatólogo Alberto Rábano le apasiona descifrar los misterios escondidos en los cerebros con los que trabaja cada día para intentar comprender las causas de esas terribles enfermedades que borran nuestros recuerdos. Director del Banco de Tejidos y Banco de Cerebros del Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas (CIEN) del Instituto Carlos III de Madrid, por sus manos han pasado durante los últimos 25 años más de 2.500 órganos de masa gris donados por personas que han querido incorporarse al ejército de combate contra el alzhéimer. Se ha avanzado mucho en la comprensión clínica de los mecanismos que provocan la muerte masiva de neuronas. Falta aún encontrar el modo de vencer a la enfermedad, pero mientras se piensa en la posibilidad de realizar trasplantes de células cerebrales ya es una realidad la aplicación de dispositivos electrónicos que reproducen en parte las funciones perdidas. En todo caso es fundamental llevar una vida saludable, subraya Rábano, quien guarda en su centro el cerebro de la primera mujer de Mario Conde, Lourdes Arroyo, y de célebres protagonistas de la Transición que han preferido mantener en el anonimato su generosa aportación a la ciencia.
-Doctor Rábano, ¿cuántos cerebros han pasado por sus manos?
-Entre 2.500 y 3.000 y espero poder estudiar muchos miles más.
-Veo que aunque usted convive cada día con la muerte prefiere no toparse con ella pronto?
-Yo soy una persona optimista y positiva a pesar de trabajar de alguna forma con la muerte y de pasar horas en salas de autopsias que no dejan de ser los lugares en los que acaban nuestras historias. Nadie está vivo si no es mortal y esas salas nos brindan la oportunidad de extraer restos biológicos de donantes para mejorar nuestras vidas.
-Y a lo largo de sus 25 años de trabajo con los cerebros habrá tenido entre sus manos la masa gris de gente muy conocida...
-Nuestros cerebros son anónimos salvo que el donante quiera hacerlo público. Tenemos cerebros vip, nos gustaría tener más y sobre todo nos gustaría que lo hiciesen público para concienciar a la población. Donar el cerebro es una manifestación de optimismo y cada día son más los jóvenes donantes.
-¿Para qué hace falta un banco de cerebros?
-Para contar con un tejido humano que sirva para la investigación de las enfermedades neurodegenerativas. Hoy en día hay más de 30 ensayos clínicos sobre el alzhéimer que se aplican a animales de laboratorio o en modelos artificiales de la enfermedad. Cuando esos ensayos se prueban en humanos no dan los resultados esperados porque la enfermedad es muy compleja en las personas. Los ensayos hay que hacerlos con tejido humano. Los bancos de cerebros nos han enseñado mucho también acerca de la epidemiología de estas enfermedades. Nos bajan a la realidad.
-A estos almacenes de muertos les llaman ustedes biobancos.
-Biobanco es un término instaurado en la legislación europea para denominar a los almacenes de muestras biológicas humanas. La legislación española es de 2011 pero hace años que existen en España bancos de tumores y de cerebros. Ahora existen doce consolidados que actúan dentro de las comunidades autónomas en las que están.
-¿Por qué se considera el banco del CIEN uno de los más importantes del mundo?
-Nuestra competencia es de ámbito nacional y es el único banco que está fuera de un hospital. Nosotros estamos integrados en una residencia, en el Centro Alzheimer Reina Sofía, en Vallecas. No nos interesaba estar en un hospital porque este tipo de pacientes no suelen estar ingresados y tampoco nos parecía bien dar la sensación de estar a la caza de cerebros. Solo decimos que quien quiera donar, que venga.
-¿Cuántos han acudido a la llamada?
-Tenemos registrados entre 700 y 800 donantes, la más joven de 22 años y el mayor de 82.
-¿A qué conclusiones han llegado ya para tratar de retrasar o evitar el deterioro mental de las personas con el paso del tiempo?
-Los bancos de cerebros han servido para conocer los efectos que los cambios en el estilo de vida están teniendo en las enfermedades neurodegenerativas. Hemos constatado con los cerebros donados las bondades del estilo de vida mediterráneo que no solo es un protector del corazón y del sistema cardiovascular sino también de algunas patologías neurológicas, entre ellas, el alzhéimer. El estilo de vida de una persona se refleja en esos cerebros que analizamos y la conclusión es que para aumentar nuestra resiliencia es necesario el ejercicio físico, la educación, la actividad intelectual, una dieta saludable y evitar hábitos como el tabaco o el exceso de alcohol. ¿Sabe que hay una noticia buena?
-¿Cuál?
-Que a medida que aumenta el interés de la gente por llevar una vida saludable se ha visto que disminuye el riesgo de sufrir una enfermedad como el alzhéimer. Mientras no haya un tratamiento contra estas enfermedades, lo mejor es llevar una vida saludable porque reduce las enfermedades mentales.
-¿Cómo actúan cuando reciben el aviso de que pueden recoger el cerebro de un recién fallecido?
-Aquí la clave está en la rapidez. Los donantes, sus familias, tienen que avisar del fallecimiento lo antes posible. Tenemos un equipo de extracción del cerebro disponible las 24 horas del día. Siempre hay alguna donación el 24 y el 31 de diciembre. Contamos además con la colaboración de las funerarias que nos llaman para que llevemos al fallecido al centro de Vallecas. Todo se hace en una media de entre cinco y cinco horas y media.
-¿Por qué congelan la mitad derecha a 80 grados bajo cero?
-La parte derecha la laminamos y la congelamos a 80 grados bajo cero para poner de forma gratuita esas porciones a disposición de los investigadores de todo el mundo que trabajan en el campo de la neurociencia. Para hacer estudios moleculares.
-Pero la parte interesante es la izquierda, donde residen las claves del lenguaje, ¿qué hacen con ella?
-De momento la metemos en formol y con ella hacemos diagnósticos de todas las patologías que ha sufrido ese cerebro y evaluamos el estadio en el que está cada patología. Hacemos necropsias precisas. Esa parte sirve para comparar las lesiones que vemos con los síntomas que ha tenido el donante. El lado izquierdo del cerebro es en la mayor parte de los casos el dominante porque es el más expresivo. Las lesiones en el lado izquierdo son más visibles.
-¿Por qué perdemos la cabeza con el paso del tiempo?
-El cerebro envejece como todos nuestros órganos y un cerebro envejecido es más proclive a desarrollar determinadas enfermedades. Tratamos de descubrir las causas para poder controlarlas.
-Pero también hay jóvenes aquejados de alzhéimer?
-Siempre los hubo pero ahora se diagnostican mejor. Cuando esta enfermedad aparece entre los 30 y los 40 años se debe casi siempre a causas genéticas. El alzhéimer se puede dar entre los 50 y los 90 y lo que hay que hacer, como dicta la Unión Europea, es no añadir años a la vida, sino vida a los años. Hacer todo lo posible porque esa enfermedad que llegará a casi todos por el aumento de la esperanza de vida se produzca lo más tarde posible y dure lo menos posible.
-¿Han visto alteraciones anatómicas conducentes al deterioro de la mente?
-Sí y por eso es tan importante estudiar medio cerebro para ver las lesiones que tiene y entender los síntomas que suelen ser muy sutiles. Se ve en los enfermos pérdida de memoria, problemas de conducta y cambios en el estado anímico. Son enfermedades combinadas y complejas de tratar. En el Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía hacemos resonancias magnéticas antes de extraer el cerebro y hay donantes que se han pasado hasta siete años en la residencia donde les hacemos pruebas periódicas. Eso sí que sirve para ver cómo se comportan estas enfermedades.
-¿En qué se diferencian los cerebros de los ricos de los pobres?
-En general, cuanto menos nivel socioeconómico se tenga y menos educación, más propenso está uno a sufrir, por ejemplo, alzhéimer.
-¿Y el de los inteligentes de los torpes?
-Las personas con un cociente intelectual mayor tienen cerebros más grandes, son más rápidos, y suelen estar más protegidos ante este tipo de enfermedades.
-Ustedes tienen aquí el cerebro de un carpintero, de 103 años, que llegó al final de su vida casi en plena lucidez. Deme la receta, por favor.
-Era un señor muy querido en su barrio que solo durante los últimos años de su vida se demenció. Todo se le fue al traste durante los últimos meses de la vida. ¡Qué felicidad! Hablé con su familia y me dijo que siempre había sido un hombre feliz.
-O sea que la felicidad existe.
-Era un hombre sin estrés, algo que apareció tras las II Guerra Mundial.
-Descríbame por favor ese cerebro privilegiado.
-El único problema que tenía ese cerebro cuando lo analizamos es que tenía las arterias y venas envejecidas. Hay que proteger nuestros vasos cerebrales pero aunque lo hagamos, la vida tiene un recorrido e inexorablemente llega la muerte.
-Si la clave está en las conexiones que hay dentro de mi cabeza, ¿qué puedo hacer para evitar la demencia senil?
-Cuidar la reserva cognitiva que es fundamental para la conexión de nuestras neuronas y eso se hace, de nuevo, con estilos de vida saludables.
-¿Se pierden neuronas con el paso de los años?
-Tenemos cada uno de nosotros tantas neuronas como estrellas hay en el firmamento. Eso de que perdemos neuronas por beber un vaso de vino es falso y es uno de los grandes neuromitos.
-Hábleme de más neuromitos, por favor.
-Se dice que hay diferencias entre el cerebro del hombre y la mujer o que el lado izquierdo del cerebro es racional y el derecho, emocional. Por cierto, una copa de vino protege nuestras neuronas. Otra cosa es que con el paso de los años se vayan perdiendo neuronas en determinadas partes del cerebro y eso nos haga, por ejemplo, más torpes.
-¿Qué es el alzhéimer?
-Es una demencia neurodegenerativa primaria producida, en este caso sí, por una muerte masiva de neuronas de la corteza cerebral donde se instala el pensamiento y las habilidades para la vida. No sabemos por qué pasa esto pero tiene que ver con la edad y con dos proteínas, la Beta amiliode y la Tau que por algo se convierten en tóxicas. El reto es anular ese efecto tóxico de esas moléculas y, sobre todo, detectar cuanto antes esa pérdida de neuronas para frenar el desarrollo de la enfermedad.
-¿Cómo se quedan las mentes afectadas por esta enfermedad?
-La media de supervivencia es de nueve años y a lo largo de ese tiempo se pasa por varias fases. La primera implica cambios compatibles con la vida normal, luego se pasa a la pérdida de funciones y facultades y al final ni hablan, ni se mueven. Así se pueden pasar muchos años. Hay que estar atento cuando alguien muestra pérdida de recuerdos episódicos recientes.
-Para hacerme donante de mi cerebro debo hacer algo diferente a declararme donante de órganos. ¿Cómo se hace?
-Hay que dar un consentimiento informado si estás en plenas facultades mentales. Si no lo tiene que hacer un tutor en un documento elaborado por el comité ético de la Universidad Carlos III en el que se deje claro que la persona que dona nunca se habría opuesto en vida a esta donación.
-El cerebro se parece a una nuez. ¿Qué buscan entre sus pliegues?
-Son como una nuez los cerebros muy atróficos y lo que buscamos siempre son tejidos para que los investigadores busquen a su vez claves sobre las vías metabólicas afectadas por ejemplo en el alzhéimer que se pueden tratar. Se mira la relación entre Alzhéimer, la diabetes y el colesterol y eso se hace mediante el estudio de cerebros congelados.
-¿Será posible algún día un trasplante de cerebro?
-No creo que tenga sentido pero lo que sí es pensable es hacer trasplantes de células cerebrales que se pueden cultivar, modificar genéticamente e implantar en otro cerebro. También es ya una realidad la aplicación de dispositivos electrónicos que reproducen en parte las funciones perdidas de un cerebro.
Fuente: laopinioncoruna.es