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Vallecanos contra el Alzheimer

En Madrid hay 1.213 personas que podrían resolver muchas de las incógnitas que aún plantea la enfermedad de Alzheimer. Tienen entre 70 y 85 años. Llevan seis años de trabajo y aún les queda mucho tiempo por delante para conocer los resultados. Y, en realidad, no saben nada de medicina, ni tampoco de ciencia. Son los voluntarios de un proyecto de la Fundación Reina Sofía que intenta descubrir un patrón para detectar precozmente este trastorno neurológico que en 2050 se calcula que podría afectar al triple de personas que en la actualidad por el envejecimiento de la población.

El Proyecto Vallecas, que es llevado a cabo por la Fundación Cien, surgió hace 10 años, «tras un convenio entre la Fundación Reina Sofía, la Comunidad de Madrid y el Instituto Carlos III, coincidiendo con el momento en que se identificó el Alzheimer como un área importante de investigación», explica Miguel Medina, investigador principal del trabajo.

El Alzheimer, según Medina, «se está convirtiendo en el reto científico y social más importante del siglo XXI. Con el aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la población, la gente que está en riesgo de padecerlo ha aumentado considerablemente». El estudio, que se planteó en 2007 y se puso en marcha en 2011, cuenta con un equipo de neurólogos, neuropsicólogos, bioquímicos, químicos, ingenieros, neurorradiólogos, técnicos de laboratorios y enfermeros, entre otros profesionales.

La cohorte de 1.213 participantes fue escogida entre un total de 4.000 voluntarios, más de la mitad de los cuales fueron rechazados por diferentes motivos como el diagnóstico de demencia -o la sospecha de que se padecía-, la incapacidad para realizar estudios de neuroimagen y, el más importante de todos, la imposibilidad de comprometerse a acudir anualmente al centro donde se les realiza el seguimiento.

Por los pasillos del Centro Alzheimer, situado en Villa de Vallecas, pasan semanalmente 25 voluntarios a los que les realizan «una resonancia magnética, una consulta con el neurólogo, otra con el psicólogo que me hace pruebas que miden la capacidad de memoria, me auscultan y miden», explica Alfredo López un octogenario que lleva cinco años en el proyecto. Él decidió participar en el estudio después de leer algo que había escrito con una gran cantidad de faltas de ortografía. «¿Y estas faltas tan garrafales las he hecho yo?», se preguntó a sí mismo. Alfredo se dio cuenta de que tenía problemas con los conocimientos que había adquirido cuando era joven, ya que entonces no cometía fallos como «no saber distinguir entre haber y a ver». En aquel momento decidió ponerse en contacto con el equipo de investigación, que había conocido a través de un familiar.

Gracias a personas como Alfredo se puede evaluar la pérdida de memoria en personas de edad avanzada, la capacidad de atención y, sobre todo, «determinar el estado cognitivo global y la evolución con el paso de los años», explica el doctor Medina. «Hay que tener en cuenta que existe un deterioro cognitivo que está asociado a la edad ya que todos perdemos memoria, capacidad de atención y concentración», dice Medina sobre el proyecto que están llevando a cabo, «pero hay que distinguirlo para ver si es un envejecimiento normal o un tipo Alzheimer, e identificarlo».

María Dolores Martínez, es otra de las voluntarias del estudio, nació en 1935, en febrero cumplió los 82 años y se siente muy orgullosa de participar. Lola -prefiere que la llamen así- que tarda más de una hora en transporte público en llegar desde su casa, participa en el Proyecto Vallecas para poder ayudar a su descendientes, ya que sabe que los resultados a ella no le repercutirán: «Por parte de mi marido todos han padecido Alzheimer, y si puedo colaborar con algo, no por mí, sino por mis hijos tengo cinco hijos, ocho nietos y dos bisnietos». Es una persona altruista, fue donante de sangre, «con dinero no puedo ayudar porque mi pensión es muy baja, pero yo con mi persona sí» añade.

Hoy el Alzheimer no es una enfermedad curable, por eso el objetivo del Proyecto Vallecas es «el retraso de la aparición de los síntomas clínicos», explica Medina. «La enfermedad es extremadamente compleja. Cuando se diagnostica, el proceso ya está demasiado avanzado», añade.

El Proyecto Vallecas espera tener datos reveladores sobre la detección precoz dentro unos meses, y poder plantear estrategias preventivas útiles en unos 10 años. Según Medina, de este modo se podría retrasar una década la aparición de este trastorno neurológico, lo que en edades tan avanzadas como en la que se suele desarrollar permitiría al enfermo llegar a los últimos días de su vida sin padecerla.

Fuente: elmundo.es

Con la colaboración de