Bancaja es un pilar muy importante. Si nos falla la Fundación, no sé lo que haremos...» María Rosa Martínez es la cara visible de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Ibi. El año pasado, la Fundación Bancaja les concedió una ayuda de 18.000 euros con la que pudieron pagar a sus 12 trabajadores, entre ellos un psicólogo y un fisioterapeuta que atienden a 40 enfermos y a sus familiares más directos. Este año ha vuelto a solicitarla, aunque aún no sabe si se la concederán. Se le pone un nudo en la garganta cuando piensa en el futuro. A corto plazo incluso se plantea cerrar temporalmente las puertas de la asociación, algo que dejaría en la calle a muchas personas que no tienen a nadie más a quien recurrir. Como ella, responsables de casi 300 entidades sin ánimo de lucro en la Comunitat no saben cómo subsistirán si desaparece la obra social de la caja, que les ha permitido ayudar a personas discapacitadas, niños enfermos, menores en situación de exclusión social, inmigrantes...
La Fundación Bancaja (que gestiona junto a la Fundación Caja Castellón la obra social) ha vivido desde su creación, en 1995, de los presupuestos que la entidad diseñaba en función de los resultados del negocio bancario. Esto cambió radicalmente cuando se integró en Bankia. Entonces transfirió su negocio financiero al BFA, aunque antes acordó que obtendría los ingresos para mantener la obra social de los dividendos por su participación en Bankia. Con la nacionalización del BFA y la más que probable pérdida de sus acciones, las cajas se podrían quedar sin ingresos para mantener los proyectos sociales y culturales.
La dimensión exacta del desastre se sabrá cuando finalice la valoración de los activos de BFA (en dos o tres semanas según la planificación del Gobierno), que determinará si el porcentaje de participación del Estado es del cien por cien o menor, como esta semana dejó entrever el ministro de Economía, Luis de Guindos. Bancaja, que poseía el 37,7% de BFA, diluiría su participación, en el mejor de los casos, o perdería totalmente sus acciones. De cualquier forma, al caer su peso en el banco por debajo del 25% que marca la ley, deberá convertirse en una fundación de carácter especial.
En el peor escenario, a las fundaciones solo les quedaría recurrir a su propio patrimonio para cubrir la obra social. Los 90 millones de tesorería y el patrimonio inmobiliario de la fundación le permitirán mantenerla en el corto plazo pero su desarrollo a partir del tercer o cuarto año es incierto, ello pese a que los presupuestos van claramente a la baja. La Fundación Bancaja, que gestiona la mayor parte de los recursos, tiene una dotación de 16 millones este año, un 35% menos de los 24,6 del ejercicio anterior y muy por debajo de los 42,4 millones de 2010.
Cinco millones y medio de personas se beneficiaron el año pasado de la obra social de Bancaja, cuyo brazo llegó hasta Latinoamérica. La fundación invirtió 27,4 millones de euros, una parte en colaboraciones con el IVAM, el Palau de les Arts o el de la Música, o en exposiciones de éxito como las organizadas con fondos de la Hispanic Society of America (con ellos se organizó las multitudinarias muestras sobre Sorolla en 2007 y 2009). Estos grandes proyectos se llevan una cuota nada despreciable de los ocho millones invertidos el año pasado en cultura, aunque la institución no ha desvelado el porcentaje exacto. No obstante, y como ejemplo, Bancaja aporta al Reina Sofía cerca de un millón de euros anuales, y se barajan cantidades en torno a 500.000 en el Palau de la Música y de 200.000 euros en el IVAM.
Si desaparece la obra social, muchos eventos deportivos, sobre todo vinculados a un deporte autóctono como es la pilota, caerán con ella. Aunque, de momento, los organizadores trabajan con normalidad en los torneos del próximo año -cuatro, aunque el más conocido es el Circuit Bancaixa-, sí existe preocupación. Contribuir con este deporte no es excesivamente gravoso -la aportación a la competición profesional supone 200.000 euros-, informa Moisés Rodríguez.
De forma menos pública, la obra social da vida a cientos de pequeñas asociaciones con proyectos que de otra forma quedarían guardados en un cajón. Solo con la convocatoria de ayudas a asociaciones de interés público y social el año pasado se concedieron 2,4 millones a 446 entidades, 239 de ellas en la Comunitat. A ellas se unen otras 71 ONG (47 valencianas) que recibieron 450.000 euros procedentes de las compras realizadas con las tarjetas ONG Voluntariado. Estas fueron algunas.
Cocemfe Valencia
Luis Vañó, vicepresidente: «Puede ser desastroso, peligraría todo el programa»
Carlos es discapacitado, a diario un vehículo adaptado le recoge en casa y le traslada a un centro social en La Coma, donde ocupa la mañana en actividades para estimular sus sentidos a la vez que da un respiro a su familia. Su mundo quedaría reducido a su dormitorio, el salón de casa, la cocina... si no contara con el respaldo de Cocemfe Valencia, la Federación Provincial de personas con discapacidad física y orgánica, y su programa de fomento de autonomía. A su desarrollo contribuyó la Fundación Bancaja con 16.500 euros, que también aportó 5.000 euros al servicio de integración laboral a través de la convocatoria de ayudas Tarjeta Bancaja ONG Voluntariado. Como él, medio centenar de personas discapacitadas utilizan este servicio que les permite ganar cierta autonomía, tanto de movimientos, laboral, de ocio..., explica el vicepresidente de Cocemfe Valencia, Luis Vañó. Lo que más temen en la federación es que Bankia no les renueve el crédito de 200.000 euros que mantiene a la entidad. No sólo eso, la fundación les devuelve el 80% de los intereses que genera el préstamo, alrededor de 5.000 euros. Si en el futuro no los abona, «sería desastroso, podría peligrar el funcionamiento del programa». Significaría recortes en personal (la federación tiene ocho empleados) y en servicios y usuarios.
Enfermos de Alzheimer de Ibi
María Rosa Martínez: «Si no nos llega dinero en junio, tendremos que cerrar temporalmente»
La situación de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Ibi es límite, tanto que si no entran fondos se verán obligados a cerrar sus puertas cuando acabe junio. Cuando a María Rosa se le plantea la posibilidad de que la obra social de Bancaja desaparezca solo puede contestar con un «¡madre mía!». La fundación les dio 18.000 euros para gastos de personal, en particular para un psicólogo y un fisioterapeuta. Queda pendiente de cobrar un 20% (3.600 euros), a los que se suman otros 18.500 euros de la Generalitat. Aunque no quiere, no le quedará más remedio que recortar personal y atender a menos usuarios. Ahora realizan dos talleres diarios a los que asisten 20 personas. Uno de ellos es atendido por dos profesionales, por lo que recortar personal supondría prescindir de la actividad puesto que una persona no puede realizarla, explica. Además tienen otro local, cedido por el ayuntamiento, en el que atienden a una decena de personas. «Es un desahogo para las familias poder tener al menos cuatro horas al día de atención», dice.
PayaSOSpital
«Mantendremos el servicio con el dinero que tengamos»
'Es más fácil curar a un niño feliz'. Este lema mueve a los voluntarios de la asociación PayaSOSpital, que el año pasado hicieron más amena la estancia hospitalaria a 14.624 niños. El colorido de sus ropas, sus risas, sus gestos choca con el ambiente aséptico y siempre grave de los hospitales. Es fácil verlos en las áreas de pediatría y oncología pediátrica. Recorren pasillos, ascensores, salas de espera de siete centros (Clínico, La Fe y Dr. Peset, en Valencia; General y San Juan, en Alicante, La Plana en Vila-real y General en Castellón). Salvo en la Fe, donde van tres veces por semana, acuden a los hospitales solo un día desde 2009 «cuando empezaron los recortes de los principales patrocinadores», explican desde la asociación. Antes el servicio se prestaba al menos dos veces por semana. Desde 2008, los contactos con niños enfermos han caído a la mitad, de los 27.833 de entonces. Y descenderán más si desaparece la obra social, de la que obtienen el 20% de sus ingresos. Desde PayaSOSpital aseguran que en la fundación se han comprometido a continuar apoyando el proyecto, aunque sea con el mínimo. «Con el dinero que tengamos mantendremos el programa», aseguran. De momento no se plantean más recortes, esperarán a que se concreten las subvenciones pendientes de aprobar.
Fundación ESYCU
María Mas, directora: «Si no fuera por la ayuda, en el hogar de niñas, cocinarían todavía con leña»
La casa de estudiantes Santa María, en Abancay (Perú), cada día parece más un hogar. En él viven 60 niñas entre 6 y 16 años, que ya no tendrán que jugarse la vida por caminos de tierra en medio de la montaña para poder ir al colegio. En el mejor de los casos eran seis o siete horas de desplazamiento a pie durante el que muchas niñas se llegaban a dormir, eso cuando sus padres las enviaban a la escuela. La residencia en la que viven durante todo el curso estaba en estado ruinoso. Fue reconstruida por un sacerdote de la Seu d'Urgell y el año pasado la Fundación de la Comunidad Valenciana Estudio y Cultura (ESYCU) equipó la cocina, así como el comedor y la biblioteca gracias a la aportación de 5.000 euros de la Fundación Bancaja. Hubieran hecho más pero no les concedieron los 30.000 euros que pedían. Pese a ello, si no fuera por esta ayuda, en el centro «estarían cocinando todavía con leña», dice la directora de ESYCU, quien añade que sin la obra social no se podrían hacer por la dificultad de recaudar ese volumen entre particulares.
Asociación Fontilles
«Los trabajadores están haciendo un esfuerzo recortando su salario»
Más de 170 personas reciben tratamiento para la lepra en el Sanatorio de Fontilles. La asociación, además, realiza proyectos de cooperación internacional. Al descenso de recursos por la situación económica, se suma el de Bancaja, a la que han solicitado una subvención de 30.000 euros para un proyecto en Nicaragua y de 17.000 euros para el sanatorio. Ya han tenido que recortar, e incluso abandonar algún proyecto de cooperación. También se aprietan el cinturón aquí. «Se ha pedido un esfuerzo al personal de reducción de remuneraciones y aumento de horas de trabajo», apuntan desde la asociación. Los recortes les obligan a buscar nuevas vías de financiación como el alquiler de las aulas para formación o estancias hospitalarias de larga duración tras intervenciones quirúrgicas.
Casa del Artista
«Tendríamos que dejar las ayudas de emergencia a artistas retirados»
La asociación Casa del Artista intenta garantizar una «vejez saludable» a esos artistas que un día tuvieron éxito pero que, por cuestiones de la vida, ahora no tienen recursos suficientes. Bancaja contribuyó a ello el año pasado. Con su ayuda, pudieron sacarles a alguno de los 260 beneficiarios de más de un apuro: el pago del recibo de la luz, el alquiler del mes, incluso han frenado desahucios. Todo ello sería inasumible sin la obra social de la caja. «Se dejarían de dar ayudas de emergencia, y a lo mejor habría que renunciar a alguna actividad» como conferencias, viajes o visitas a teatros.
Fuente: lasprovincias.es